Temporada del espárrago blanco

Ya esta aquí la primavera. No veas lo que le ha costado llegar a estas tierras, pero al final ha llegado, con un poco de retraso, es verdad, pero ha llegado y con ella las mangas cortas, las terrazas llenas, las florecillas, las caras de los alemanes chamuscadas por el sol…

Pero en esta zona de Alemania algo también importante llega en esta época, sobre todo para los amantes de la comida como yo, y es que empieza la temporada del espárrago blanco.

Este producto es originario de la zona mediterránea y actualmente Alemania, junto con Francia e Italia son sus mayores productores. Una cosa interesante del esparrago, que muchos de vosotros seguramente ya conocíais, pero yo no, es que no hay dos tipos de espárragos, blancos y verdes, sino que es una misma planta la que sirve para cultivar ambos tipos. La diferencia es que al esparrago blanco se lo tiene bajo tierra, incluso lo cubren con mas tierra para que no vea la luz. De ahí su color blanco. Por ello también se recolecta por la mañana, cuando aun no hay apenas sol, para que una vez que asoma la yema esta vea la menor cantidad de luz posible y no cambie de color.

Este producto, muy apreciado por estas tierras en fresco, y que en España consumimos mayormente envasado, se puede encontrar en la sección de verduras prácticamente todo el año, procedente de diferentes partes del mundo. Sin embargo, es ahora, en plena temporada, cuando los podemos encontrar en todas partes, sobre todo en los puestos callejeros de fruta y verdura es ahora la estrella indiscutible. De todos los tamaños, desde los mas finos a algunos increíblemente gruesos. Incluso en las tiendas de utensilios de cocina venden unas cazuelas especiales, muy altas pero con poco diámetro para cocinarlos, y es que como mejor se cocinan es con las yemas hacia arriba, sin que a éstas les cubra el agua y se hagan solo con el vapor.

Extremadamente recomendable es pasar por alguno de los restaurantes alemanes para comprobar que en la carta de temporada podremos degustar este manjar preparado de muchas maneras, solos, con diferentes tipos de salsas, acompañado con otras verduras, con carne, etc. Buscar la palabra “spargel” y veréis la cantidad de platos que la incluyen. A mi personalmente me gustan solos acompañados de alguna de las salsas extrañas que tienen por estos lares (sause holandaise es un buen ejemplo). Los sirven templados, quizás no estamos acostumbrados pero están realmente deliciosos.

Este año estoy aún pendiente de ir a probarlos por ahí, pero para ir matando el gusanillo los he preparado en casa.

Cocinarlos es algo bastante sencillo, aunque quizás un poco tedioso dependiendo de la cantidad que quieras preparar. Primero necesitas una buena materia prima, busca los espárragos con color bien blanquito y sobre todo que la parte final del tallo no parezca estar seca. Una vez en casa, hay que pelarlos con un pela patatas, cogiéndolos con cuidado de no apretar mucho el pelador para que no se nos parta el esparrago. La yema no hay que pelarla, basta con lavarla bien con agua para quitar la posible tierra. La parte final suele ser muy dura y se puede cortar y ahí tendremos que hacer un poco mas de hincapié con el pelador. Una vez pelados, atarlos con una goma fuerte o con un hilo en grupos de longitudes similares. Poner agua a hervir con buena cantidad de sal (algunos dicen que un poco de azúcar también va bien en el agua). Una vez el agua este hirviendo meter los espárragos, procurando que la yema quede fuera del agua. Tapar la cazuela con su tapa o con un trapo para que se cuezan, entre 15 y 25 minutos dependiendo del esparrago. El truco para saber cuando estan listos es fácil, pínchalos con un palillo y si entra fácil ya están. No los dejes mucho mas que se aguan. 

Si nunca los habéis comido de esta manera os animo a probarlos porque realmente merecen la pena. Seguro que en España hay sitios donde también se pueden comer de esta manera. Yo al menos no lo había visto antes.