martes, 19 de noviembre de 2013

Avenged Sevenfold - Bochum 17.11.2013


El domingo estuve en Bochum para ver a los americanos “Avenged Sevenfold” (A7X para los amigos). Es un grupo al que sigo desde hace bastante tiempo y a los que tenía muchas ganas de ver en directo. Ya se me escapó la posibilidad en la gira que hicieron con Maiden allá por el 2008 (mal tiempo en aquella ocasión) y el año pasado que paraban cerca de Colonia me pillaron de vacaciones. Pero esta vez ha sido la vencida y con muy muy buen sabor de boca, así que vamos con la crónica.

Salí de Colonia bien prontito, ya que había planeado hacer un poco de turismo antes del concierto, aunque esto lo contare en una próxima entrada que estoy preparando sobre Bochum.

A eso de las seis y media aparqué cerca del recinto del concierto, el “RuhrCongress Bochum”, un palacio de congresos bastante grande y con una muy buena acústica. A mi llegada acababan de abrir las puertas y aún un nutrido grupo de personas hacía cola a la entrada. Por fin dentro, lo primero dejar la ropa de abrigo en el ropero y un paseíto por el merchandising.

Antes de ver a los A7X tocaban dos grupos que hacen gira con ellos.

A las 19:30, con puntualidad alemana, salieron a escena los primeros, los suecos “Avatar”. El “frontman” estaba muy gracioso con la cara pintada a lo Joker pero en negro, un sombrero a lo Michael Jackson y un bastón emulando a Alice Cooper, pero hay que decir que es el único que se salva de la banda. Mucho headbanging y rifts repetitivos hasta la saciedad. Sin embargo el cantante supo meterse al público en el bolsillo y caldeó bastante el ambiente. Media hora tocaron y enseguida dieron paso a los segundos teloneros, la banda californiana (como A7X) “Five Finger Death Punch” que desarrollan un metal mezclado con toques un tanto punk bastante más creativo y entretenido que nuestros amigos de Avatar. A destacar el trabajo del guitarrista principal que nos ofreció un gran concierto y del cantante que perfectamente podría acoplar su voz a un registro de metal melódico. En definitiva, estos sí me gustaron. Tocaron alrededor de una hora, sin desperdicio. Además había muchos seguidores suyos entre el público lo que fue calentando un poco más los motores para la llegada del grupo principal.

 
Alrededor de las 21:30 se descolgaba la cortina que cubría el escenario de A7X dejando al descubierto una gran calavera con alas de murciélago que se ha convertido en símbolo del grupo y que presidiría el escenario de principio a fin. Como ya me esperaba abrieron con el primer corte de su último trabajo “Shepherd of Fire” y como de fuego iba el tema el escenario se convirtió pronto en un incendio. Lo que se dice empezar con ganas. Seguirían con temas de sus otros trabajos, de hecho únicamente tocaron tres temas del nuevo álbum “Hail to the King”, lo que es de agradecer. Muy cuidada presentación y puesta en escena y un sonido estupendo. El cantante animo a la gente a que hicieran un gran "circle pit" con la segunda o tercera canción, lo que consiguió que los alemanes, a los que les encantan estas cosas, se volvieran locos de contentos y casi no dejaran de girar como locos en el resto del concierto.
Quizás la única pega seria la canción que le dedicaron al antiguo baterista y compositor The Rev que muriera en 2009 (con tan solo 28 años) que ralentizó quizás en exceso el devenir del concierto. Por suerte la colocaron estratégicamente más o menos a la mitad del repertorio por lo que enseguida cogerían ritmo de nuevo y harían explotar el recinto. Mucho más fuego y pirotecnia para adornar grandes éxitos de la banda como “Afterlife” o “Nightmare”. Un solo de guitarra acompañado por la batería  ya casi al final sencillamente espectacular y un par de grandes canciones como “Chapter Four” y “Unholy Confessions” en los bises para cerrar un genial espectáculo.

 
Teniendo en cuenta que es un grupo en el que sus integrantes apenas pasan la treintena (su nuevo batería creo que tiene solo 25 años), llevando ya seis discos en su haber y teniendo el tirón que tienen en directo, son un grupo a tener muy en cuenta en la escena metalera en el futuro. Espero volver a verlos pronto.
Un saludo a todos.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Wild West - Una aventura inolvidable (día 14)

Dia 14: Pismo Beach - Los Angeles (225 millas)

Todo lo bueno llega a su fin, y este día sería el último día con nuestras Harleys. Y con esa idea en mente nos dispusimos a disfrutar a tope del camino que aún nos quedaba.
Ese día discurria de nuevo, como todos los días tras dejar atras San Francisco, por la Pacific Coast Highway 1. Y todo ello sin salir del estado de California. Y eso significa muchos campos de cultivo,  incluso vino en las colinas. Colinas que nos brindaron una de las últimas oportunidades de curvear y disfrutar con nuestras monturas.





De vuelta al lado del mar nos quedaban por delante muchos kilómetros bastante más aburridos en cuanto a pilotaje se refiere pero que se verían compensados disfrutantdo de las peculiaridades de los americanos como sus coches patrulla, sus camiones peliculeros o la bandera patria por todas partes.


En los tramos de autopista todos se nos quedaban mirando...
Y llegaríamos así a Malibú y sus kilométricas playas y sus montañas llenas de mansiones. Dicen que también de famosos, pero allí los más famosos ese día serían el rugido de nuestros motores.

Antes de devolver las motos aún tendríamos tiempo de ir con ellas hasta el final de la ruta 66 en el famoso muelle de Santa Mónica, donde nos haríamos las correspondientes fotos. Fue un gran momento, porque a pesar de no haber recorrido la ruta completa sí habiamos completado una buena cantidad de kilómetros por ella y nuestro viaje no tuvo nada que envidiar al otro. De hecho terminaríamos una buena cantidad de millas más de las que componen la ruta 66. De cualquier modo es un lugar mítico para cualquier motero.
Comeríamos en el mismo muelle en el Buba Gump.
De vuelta a las motos daríamos un paseo por el barrio Venice de LA en nuestro tramo final que nos llevaría a devolver las motos. Dejaríamos a nuestro paso el Hotel California, donde nos acordaríamos de la canción de los Eagles que le hizo famoso.


Y había llegado el momento que no queríamos que llegase en que teníamos que devolver las motos. Después de tantos días nos habíamos encariñado con ellas. Estábamos cansados, muchos kilómetros y poco descanso. Alguno se alegró de que dejásemos por fin la moto. Otros no queríamos separarnos de ella.
En el mismo lugar donde empezamos pero 2920 millas después. Después de atravesar desiertos y montañas, bajo un sol abrasador o bajo el aguacero más traicionero, subir por caminos sin asfalto o por las curvas más retorcidas, cruzar rios de barro y pilotar sin parar durante horas, bien nos merecíamos una fiesta y una celebración. Y eso era lo que tocaba.
Por suerte aún nos quedaba un día en LA antes de coger nuestro avión de vuelta para poder hacer balance de un viaje extraordinario que quedará siempre en nuestra memoria.

Continuará...
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martes, 5 de noviembre de 2013

Wild West - Una aventura inolvidable (día 13)

Dia 13: Monterey - Pismo Beach (152 millas)

Este día no hacía falta madrugar en exceso puesto que no teníamos muchos kilómetros por delante, aunque tendríamos que haber madrugado aún menos.
Nos preparamos pronto para salir y nuestro guía, al que dejamos el día anterior haciendo de las suyas, no aparecía por ninguna parte. Sus compañeros nos decían que algo le pasaba a la moto y que había ido para arreglarla (a pesar de estar en el hotel), pero nosotros apostamos más bien que al final de la noche algún problema tendría con la policía y seguro que estuvo detenido. Bueno, nunca lo sabremos.
Aprovechamos para tomarnos un cafetito en el hotel y al final apareció nuestro guía. Pero ahora ya no podíamos salir porque nos faltaba nuestro grupo de brasileños que se habían ido con las motos a dar una vuelta por el pueblo. Así que finalmente decidimos irnos sin guía junto con los israelíes (menos mal a su GPS) por nuestra cuenta.
De nuevo la carretera discurría por la costa, con muchas curvitas, un terreno estupendo para nuestras motos. Nos dejaríamos llevar y los kilómetros caerían sin enterarnos. Hasta llegar a un puente histórico (aquí lo histórico no tiene ni 100 años) donde el resto del grupo se nos uniría de nuevo.



A partir de aquí la carretera se vuelve hacía el interior y dejaríamos de ver el mar para circular por bosques de nuevo. La suerte hizo que hicieramos una parada muy cerca de otro parque nacional, el Pfeiffer Big Sur State Park, que tiene la peculiaridad de tener entre su vegetación algunos ejemplares de sequoias. Siempre es emocionante ponerse al lado de uno de estos árboles aunque no sean de los más grandes.



Aquí pudimos ver muchos cérvidos que pasaban justo delante de nosotros. Naturaleza en estado puro.
El camino se torcía y enderezaba, volvíamos a la costa y hacia nuestra tardía comida. Mucho tráfico por la famosa ruta 1. Y es que verdaderamente merece la pena cada kilómetro.



No dejan de sorprenderme los buzones en la carretera. Es imposible imaginar siquiera donde están las casas a las que corresponden. Esto pasaba también en el desierto. Es algo gracioso pensar aquello de:
- María, me voy a por el correo!
- Vale, Pepe, mañana te tengo la cena preparada, pásalo bien!
En el camino un tanto más recto hacia las playas de Pismo Beach nos esperaba la mejor sorpresa del día. Ver una población tan grande de elefantes marinos de tan cerca es realmente emocionante a pesar del viento increible que azotaba la zona. La costa ha sido repoblada después de casi haberse extinguido la especie. Actualmente, como se puede leer en el cartel, unos 15000 ejemplares pueblan las costas de California.


Llegaríamos a Pismo Beach, que como su nombre indica es una playa todo él. Aprovechamos de nuevo el yacuzzi del hotel para prepararnos para la cena tardía a base de, hamburguesa, qué sino? y terminar luego en un bar con música en directo.

Otro gran día y muchas emociones para irnos con una sonrisa a descansar.
Continuará...
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Tarja Turunen - Colonia 02.11.13


El pasado sábado teníamos un hueco especialmente reservado para asistir al concierto de Tarja Turunen. Hacía ya tiempo que tenía las entradas en casa, pero cuando eso pasa, no ves llegar el día, y cuando llega el día todo pasa muy deprisa.

¿Qué quién es Tarja Turunen? Bueno, a los seguidores metaleros no creo que haya que darles explicación alguna. Al resto, a lo mejor les suena el grupo fines de metal sinfónico Nightwish. Bien, pues Tarja se hizo famosa precisamente por ser la cantante de ese grupo, o por hacer famoso al grupo en sí, eso ya va en gustos.

Yo no tuve la suerte de poder ver a Nightwish en directo con ella, aunque si los he visto con las dos cantantes que la han seguido, Anette Olzon (en Dusseldorf el año pasado) y con Floor Jansen (en Wacken este mismo año).

En cuanto supe que cantaba nada menos que en Colonia no dude un instante en comprar las entradas. El local del concierto, llamado Gloria Theater, se encuentra en la calle Apostelnstraße, muy cerca de Neumarkt. Es un lugar conocido por los habitantes de la ciudad por ser un local en el que a menudo se graban programas para la televisión (veréis muchos camiones de la WDR en la puerta) al igual que también hay obras de teatro y otros conciertos o fiestas.

El local no es muy grande y la acústica se vio un poco empañada. A las 19.30 y con puntualidad alemana salieron a escena los teloneros, un grupo para mi completamente desconocido, Scala Mercalli creo que se llaman. Con cantante femenina también pero que ni por la música ni por la voz hicieron un gran trabajo para mi gusto.

A las 20.20 salía a escena el grupo que acompaña a Tarja y al poco salió ella a escena. El clamor del público era increíble, entregados sin que siquiera empezase a cantar. Y claro, cuando empezó eso ya fue un no parar. Muchas canciones de su nuevo disco interpretadas magistralmente, no solo con su voz sino también con el gran acompañamiento que tiene de su banda. A destacar el batería de la misma y el contrabajo acoplado para darles un sonido más melódico.

Después de las primeras 7 canciones y mientras interpretaban “Never enough” Tarja dejó a la banda para cambiar de indumentaria y retomar el concierto repasando los éxitos de sus anteriores discos. A la hora de los bises, que se hicieron un poco de rogar, salieron de nuevo a escena, con Tarja ataviada con la ropa que le sirve de portada del último disco y abriendo los bises con el primer corte del mismo “Victim of Ritual”. Después nos sorprendería recordando su época de Nightwish con “Wish I had an Angel” para terminar con “Until my last breath”. Ante la insistencia del público que no parada de ovacionar la actuación Tarja agradeció muchas veces a los asistentes y nos regaló con la que sí sería la última canción de la noche, versionando a Gary Moore como ya había hecho antes con Nightwish en “Over the hills and far away”.

En resumen un gran, gran, concierto con una voz cuidada al máximo que me hizo pensar como ya pasó en Wacken, que pena no haber podido verla con Nightwish. Y es que las canciones de la banda finesa, en su época dorada con Tarja, no son lo mismo interpretadas por voces menores. Creo que se pierde algo del misticismo y la épica que tiene esa música. Y no es que Anette lo hiciera mal, los vi en Dusseldor el año pasado y el concierto estuvo genial, sobre todo las canciones que se habían hecho desde el principio para ella y para su voz, pero en las antiguas siempre esperabas algo más. En Wacken dieron un gran espectáculo de luz y color y la música sonó como nunca, pero lo siento por Floor Jansen, pero no llega a ninguna de sus predecesoras. De Tarja esta a años luz después de lo del fin de semana. Aunque claro, esto es sólo mi humilde opinión, y mis oídos ya están un poco magullados de tanto heavy metal.
Os dejo con unas fotillos del evento, muy malas por cierto. Mi movil no da para mas en ambientes tan oscuros.




 

 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Wild West - Una aventura inolvidable (día 12)

Dia 12: San Francisco - Monterey (118 millas)

Nos acercábamos poco a poco al final de nuestra aventura pero aún nos quedaban unos días que disfrutar a lomos de nuestras máquinas (a estas alturas ya eran "nuestras"). Amanecíamos en San Francisco y le dábamos una última mirada al Golden Gate antes de empacar de nuevo. Esa mañana sí veríamos la típica niebla.
La niebla que se acercaba al puente sería un tanto más espesa a la salida de la ciudad, pero nos daría tregua pronto y al llegar al mar ya nos habría abandonado y nos dejaría contemplar las casas unifamiliares al lado de la costa.
La vegetación es realmente peculiar, azotada por el viento, plantas rastreras de múltiples colores. Al otro lado la playa con una gran cantidad de vida, sobre todo pájaros de todo tipo.

Nuestro objetivo único del día sería enlazar con la famosa Pacific Coast Highway o Ruta 1 para no abandonarla hasta el destino final del viaje en Los Angeles. Esta carretera paisajística es conocida en el mundo entero y doy fe que merece la pena, aunque quizás habíamos visto ya cosas realmente impresionantes para que nos sorprendiéramos fácilmente.
Circularíamos por bosques de eucaliptos y por los vastos campos de labranza de California. No os puedo decir lo estupendo que es circular por esos inmensos campos de fresas, ese olor increible a las fresas recien cogidas.




Y de nuevo con el mar a nuestra derecha. Música clásica en la moto para acompañar el paisaje y con el rabillo del ojo controlando el agua, nos habían dicho que podían avistarse ballenas. Veríamos bandas de pelícanos, cormoranes, albatros, pero ninguna ballena. Acantilados interminables con calas y playas salvajes.

Naturaleza en estado puro, sin una huella del ser humano en grandísimas extensiones con rincones y rincones para perderse y hacer unas estupendas fotos con nuestras motos. Todos querían subirse a ellas.




Pararíamos a comer en un restaurante llamado Whale City con un estupendo color amarillo. De nuevo las miradas a lo lejos para ver si veíamos a los cetáceos pero no tendríamos suerte.
Nuestro destino era la localidad de Monterey, al que llegaríamos con tiempo suficiente para visitar su acuario, que a pesar de ser conocido como uno de los más importantes de América, no nos resultó demaisado impresionante (si has estado en Valencia, todos parecen pequeños). De cualquier modo pasamos una muy buena tarde observando a los animales a la orilla del mar y aún quedaría tiempo para darnos un baño en la piscina del hotel antes de irnos a cenar.


Esa noche sería memorable. Aún la recuerdo y me entra la risa. Qué bien lo pasamos. Sin organizarlo demasiado terminamos casi toda la expedición motera, a excepción de nuestro compis brasileiros, en un karaoke típico yankee. Nuestros guías se unieron a la fiesta (alguno no muy animado) y los amigos alemanes llegaron con los deberes hechos hasta arriba de cerveza (o de lo que fuera), el caso es que estaban la mar de graciosos y charlatanes. Para rematar, entre medias de un montón de gente que canta genial (yo creo que les pagan o algo así) cantamos nosotros (mi hermano y yo) "The trooper" de Iron Maiden para dejar a los parroquianos con la boca abierta jajajaja. Por supuesto que la calidad de los cantantes era perfectamente cuestionable. El sitio típicamente americano, quizás una de las mejores cenas del viaje, con un buen vinito y todo.


Nos recogeríamos a dormir dejando a nuestros guías seguir con su fiesta particular. Al día siguiente descubriríamos nuestro error... pero eso ya es otra historia.

Continuará....
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