viernes, 1 de noviembre de 2013

Wild West - Una aventura inolvidable (día 8)

Dia 8: Las Vegas - Mammoth Lakes (315 millas)

Amanece el octavo día en Vegas, y sin prisa pero sin pausa nos preparamos para la segunda parte de nuestra aventura. Ese día nos juntaríamos a un nuevo grupo de gente, en su mayoría brasileños, con nuestro querido Umpa Lumpa a la cabeza. Aquí estabamos todos preparados para rodar.
Nos despedíamos hasta más ver de la ciudad del pecado con sus pirámides y castillos.


Y empezabamos a rodar de nuevo por el desierto. De hecho nuestro primer gran reto del día era cruzar el Valle de la Muerte, el lugar del planeta que ostenta su fama por haberse registrado allí la temperatura más alta jamás medida (creo que unos 56º).
El tiempo se había vuelto caluroso aunque no lo que es normal en la zona para la época del año, lo que jugaría a nuestro favor. Una vez dejamos atrás Vegas rodábamos por parajes completamente áridos sin apenas signos de vida humana.

En breve veríamos los carteles que dan la bienvenida al viajero al famoso Death Valley National Park. Las montañas que rodean el valle son caprichosas y cambian de color y formas azotadas por el viento y el calor. El calor, de hecho, se empezaba a hacer patente y veíamos como el termómetro de la moto subía y subía, aunque por suerte no llegaríamos a los calores que pasamos en el desierto de Mojave días atrás.

Seguíamos bajando y bajando, por debajo del nivel del mar...
El Death Valley es tan vasto que tiene espacio para albergar diferentes tipos de desierto dentro de él.
Desde las montañas rocosas desprovistas completamente de vegetación, a las llanuras con matorrales bajos, incluso una zona estupenda de dunas como si del mismísimo Sahara se tratase. Es llamativo que debido a la concurrencia de diferentes corrientes de viente en la zona, las dunas cambian continuamente pero están ancladas siempre en la misma zona. Los carteles advierten al visitante de que hay que tener cuidado en el desierto, el nombre que tiene no hay que tomarlo a guasa.



Tras varias horas en el parque, y tras un refrigerio en el único sitio que había en el camino emprendimos nuestro camino hacia la salida del Death Valley. Mirando a las montañas entre las que se encontraba la salida vimos como un espejismo, pero al final realmente era agua, de las lluvias torrenciales de los días de atrás aún quedaba agua en el valle. Una vez empezamos la ascensión, mirada atrás para despedirnos de otro paisaje inolvidable.

Una vez fuera del Valle el paisaje vuelve a cambiar. Se volvería más verde. Caminaríamos largo y tendido con las montañas del Death Valley a nuestra derecha y las estribaciones de Yosemite a la izquierda.
De nuevo las nubes volverían a hacer su aparición para dejarnos unas gotas al final del día.
Nuestros pasos nos conducían hasta un paraje conocido como Mamoth Lakes, donde dormiríamos esa noche, no sin antes cruzar algunos pueblos peculiares americanos.


De nuevo muchas horas sobre la moto y mi fotógrafa favorita empezaba a dar muestras de cansancio.
La noche se nos iba echando encima mientras descubríamos carteles poco alentadores para el día siguiente en que queríamos adentrarnos en el Yosemite National Park que por desgracia sufría un incendio desde hacía semanas.

A pesar de una ligera lluvia antes de nuestro destino llegaríamos con fuerzas suficientes para conocer la piscina del hotel. A esta alturas nuestros amigos israelíes ya compartían nuestra afición así que tuvimos que hacer turnos para ir entrando al yacuzzi. Cenita típica americana en el pueblo y prontito a la cama que al día siguiente teníamos muchos kilómetros por delante para llegar a Yosemite.

Continará...


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