martes, 5 de noviembre de 2013

Wild West - Una aventura inolvidable (día 13)

Dia 13: Monterey - Pismo Beach (152 millas)

Este día no hacía falta madrugar en exceso puesto que no teníamos muchos kilómetros por delante, aunque tendríamos que haber madrugado aún menos.
Nos preparamos pronto para salir y nuestro guía, al que dejamos el día anterior haciendo de las suyas, no aparecía por ninguna parte. Sus compañeros nos decían que algo le pasaba a la moto y que había ido para arreglarla (a pesar de estar en el hotel), pero nosotros apostamos más bien que al final de la noche algún problema tendría con la policía y seguro que estuvo detenido. Bueno, nunca lo sabremos.
Aprovechamos para tomarnos un cafetito en el hotel y al final apareció nuestro guía. Pero ahora ya no podíamos salir porque nos faltaba nuestro grupo de brasileños que se habían ido con las motos a dar una vuelta por el pueblo. Así que finalmente decidimos irnos sin guía junto con los israelíes (menos mal a su GPS) por nuestra cuenta.
De nuevo la carretera discurría por la costa, con muchas curvitas, un terreno estupendo para nuestras motos. Nos dejaríamos llevar y los kilómetros caerían sin enterarnos. Hasta llegar a un puente histórico (aquí lo histórico no tiene ni 100 años) donde el resto del grupo se nos uniría de nuevo.



A partir de aquí la carretera se vuelve hacía el interior y dejaríamos de ver el mar para circular por bosques de nuevo. La suerte hizo que hicieramos una parada muy cerca de otro parque nacional, el Pfeiffer Big Sur State Park, que tiene la peculiaridad de tener entre su vegetación algunos ejemplares de sequoias. Siempre es emocionante ponerse al lado de uno de estos árboles aunque no sean de los más grandes.



Aquí pudimos ver muchos cérvidos que pasaban justo delante de nosotros. Naturaleza en estado puro.
El camino se torcía y enderezaba, volvíamos a la costa y hacia nuestra tardía comida. Mucho tráfico por la famosa ruta 1. Y es que verdaderamente merece la pena cada kilómetro.



No dejan de sorprenderme los buzones en la carretera. Es imposible imaginar siquiera donde están las casas a las que corresponden. Esto pasaba también en el desierto. Es algo gracioso pensar aquello de:
- María, me voy a por el correo!
- Vale, Pepe, mañana te tengo la cena preparada, pásalo bien!
En el camino un tanto más recto hacia las playas de Pismo Beach nos esperaba la mejor sorpresa del día. Ver una población tan grande de elefantes marinos de tan cerca es realmente emocionante a pesar del viento increible que azotaba la zona. La costa ha sido repoblada después de casi haberse extinguido la especie. Actualmente, como se puede leer en el cartel, unos 15000 ejemplares pueblan las costas de California.


Llegaríamos a Pismo Beach, que como su nombre indica es una playa todo él. Aprovechamos de nuevo el yacuzzi del hotel para prepararnos para la cena tardía a base de, hamburguesa, qué sino? y terminar luego en un bar con música en directo.

Otro gran día y muchas emociones para irnos con una sonrisa a descansar.
Continuará...
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